“Escenas matritenses” no hace sino culminar el interés de Mesonero Romanos por las costumbres, tradiciones y gentes de su ciudad natal, Madrid. En esta obra, el autor reconstruye un conjunto de escenas típicas de la vida madrileña del momento, tales como “La romería de San Isidro”, o “El martes de Carnaval y el miércoles de Ceniza”. Pero también se preocupa de esbozar algunos de los caracteres típicos de la ciudad, como “El amante corto de vista”, “El Barbero de Madrid” o “La patrona de huéspedes”. Quizás, uno de los rasgos más interesantes de la obra sea la reconstrucción de algunos de los ambientes más en boga del momento, como hace en “El Romanticismo y los románticos”, donde se retrata críticamente el grupo al que pertenece el propio autor.