Finalista del premio de novela convocado por el diario La Nación de Buenos Aires.
Los prisioneros son conducidos a una casa prisión desde la que se deja sospechar, a causa tal vez de una ráfaga salada, la presencia del mar. Esta disciplinada tarea la cumplen, lenta y gradualmente, custodios y carceleros sin nombre. Los prisioneros tampoco tienen nombre; se conocen por sus funciones y actividades. La acción está pautada por órdenes y rutinas, la atmósfera en la que cansinamente decolora el penoso y acaso trágico contacto entre víctimas y verdugos. Sin embargo, una superficie luminosa atrapa la atención del lector. Tal vez sea la trama, que si bien traza una parábola dolorosa y escéptica, nos captura y nos absorbe de manera total; tal vez se trate del encantamiento rítmico que produce el relato, sobrio, directo, por momentos sorprendente y conmovedor. Sea lo que fuere, alegoría o narración desnuda y escueta, tanto si narra metafóricamente hechos reales como si registra con atenta percepción episodios imaginarios, esta novela de Gerardo di Masso logra conmovernos sin concesiones ni guiños: por la economía y la belleza de un oficio aprendido a la perfección.