Curioso fenómeno este de la mentira, que afecta a todos los ámbitos de la existencia. La vida cotidiana está plagada de falacias, de las que no se salvan ni las noticias de hoy, que son la actualidad, ni las de ayer, que constituyen la Historia. Las biografías de los personajes más trascendentales están salpicadas de leyendas, propaganda e imaginación con las que se rellenan los huecos que deja el conocimiento. Eso ocurre incluso con las personas que más han influido en la civilización, pues pocos datos conocemos de Aníbal; el Jesús de la Historia no se nos ha revelado por completo y Maquiavelo ha sido tergiversado a conciencia. Nuestros orígenes y devenir han sido manipulados por razones de popularidad, de propaganda o, simplemente, de lucro económico. En 1912, en Inglaterra, se presentó un cráneo que se definió como "el eslabón perdido" entre el hombre y el mono: la piedra filosofal que resolvía el enigma de la evolución. Este ancestro nuestro fue bautizado como "El hombre de Piltdown", y hasta 1936 no se descubrió que era simplemente la cabeza de un orangután modificada para simular que era mucho más pariente nuestro de lo que ya lo es. Fue un crimen perfecto contra la inteligencia: hoy en día aún no se sabe quien fue el autor de tan monumental enredo. Y es que la Historia es un organismo vivo que es atacado con mucha frecuencia por el virus de la mentira.
Pero es una dolencia que es bueno conocer, y para empezar a tratar las mentiras lo mejor es acudir a la bibliografía, a definir el microbio en sí y sus síntomas. Eso es, sencillamente, lo que ha realizado Santiago Tarín, en este libro contundente, crudo y paradigmático. Ha recurrido a las fuentes del conocimiento documentado, ha contrastado, analizado hasta la saciedad, y ha puesto al descubierto, por contraposición, algunas muy sorprendentes verdades de la Historia universal.
Estamos ante un texto de lectura fácil y amena, lo cual es un mérito ya que se trata de un documento serio y riguroso al mismo tiempo.