Al ingresar en la cárcel de Hadra, la mujer de veintiséis años pensaba que estaba preparada. Hoy, al entrar en la prisión de Qanátir, sé que nadie está preparado; debemos estar preparados en cada momnento de nuestra vida, porque la predisposición es un proceso que no se puede detener, como la respiración, y nuestro único instrumento para estar preparados es el pensamiento, la capacidad de distinguir entre lo verdadero y lo falso. Sé que el objetivo es siempre la capacidad de pensar y que la cárcel, el destierro, la amenaza, la persecución y la tortura no son más que medios para arrebatar la humanidad y la capacidad de pensar críticamente. Sé que el ser humano es invencible mientras conserve su humanidad y también sé ahora, cuando entro en la cárcel de Qanátir a los cincuenta y ocho años, que el interrogatorio no se limita a una hora, un día o un año determinados: el interogatorio comienza y no termina.